lunes, 13 de febrero de 2012

En busca del regalo perfecto

Luego de unos días atípicos (a: no; típicos: no tengo la menor idea; pero significa: no comunes) me decidí. Billetera en mano, salí a recorrer vidrieras intentando encontrar el regalo ideal para mi novia. Pensaba y pensaba qué comprarle pero nada se me ocurría, o mejor dicho, nada se me ocurría que no se me hubiese ocurrido antes (en limpio, no se me ocurría nada original). Cada idea que venía a mi mente era tildada con un “tengo” (como en las figuritas). Pensé en muchas cosas, pero ya había recurrido a todas ellas en pasadas oportunidades. A esta altura debo hacer una confesión: qué difícil es regalarle algo a nuestra amada (y pensar que llevamos juntos “apenas” un año y ochenta y cinco días). Se me cruzaron muchas ideas, por ejemplo, hacer una pintada con aerosol, un poema, una canción, un oso (de cualquier tipo y factor), corazones, carteles en la computadora, grabar un caset (con frases, poemas, canciones de otros o mías, etc.), flores, anillos, pulseras, cadenitas,... pero todo esto ya lo había hecho, ¡hasta la luna le había regalado!. Entonces me dije a mí mismo (ya sé que es una redundancia, pero le da un toque poético): “Seguramente veré algo que me prenderá la lamparita” (sic). Y efectivamente así sucedió, al salir de casa presioné el interruptor y dejé encendida la luz del garaje.

Después de mucho caminar, entrar y salir de negocios, pensar y buscar ESO, que en realidad no sabía bien que era, comencé a desesperarme. Cómo iba a osar entrar en la casa de mi bomboncito sin siquiera llevar algo bajo el brazo (pensé en una docena de facturas pero me pareció muy groncho, y contestarme “el desodorante” me pareció muy estúpido).

No voy a seguir dando vueltas... finalmente compré un libro de poemas y un peluche. Lo hice convencido de que era el mejor regalo que podía hacerle hoy, pero igualmente no era EL regalo. Volví a casa y me puse a pensar sobre este tema, entré en éxtasis, vi la luz, llegó a mi la inspiración divina y... macanas, seguía sin entender como no había conseguido el tan anhelado presente (como sinónimo de regalo y no como tiempo verbal que hubiese sido, por ejemplo, yo consigo)

En conclusión, estoy en condiciones de afirmar que el regalo perfecto no existe (ésta es la parte en que el público exclama AAHHH!), o tal vez sí (lo mío siempre fue la ambigüedad). Creo que todo lo material es efímero, inacabado; lo que verdaderamente hace a un regalo perfecto es el amor. Si señores, lo importante no es el objeto sino el ¿quién?, ¿a quién?, ¿por qué?, y ¿para qué?. Pongamos por ejemplo dos situaciones. No es lo mismo un regalo de un compañero de trabajo, que de un novio. No es lo mismo un regalo a una prima que a una esposa. No es lo mismo un regalo por amor que por cumplir. No es lo mismo un regalo de cumpleaños que por el día de la secretaria. No es lo mismo una bola negra que una negra en bolas. No es lo mismo las ruinas de Machu Pichu que venga un machu te meta el pichu y te deje en ruinas. No es lo mismo...

Volviendo a nuestro tema, es obvio, se deduce de lo dicho, salta a la vista, que no hay que ir a las ruinas de Machu Pichu. Además, vale aclarar, que es el amor, y solamente el amor, lo que plenifica un obsequio. Me atrevería a decir más (¡qué atrevido!) vale más el amor que hay en el regalo, que el obsequio mismo. Que quiero decir con esto (no es que me lo pregunte, sino que voy a aclararlo), que uno valora más un regalo sencillo hecho con amor, que el presente más majestuoso hecho “para quedar bien”. Incluso vale más un beso del ser amado que el mejor regalo de cualquier amigo.

Para terminar quisiera decirles que todo este chamuyo persigue un único fin, el de justificar estos dos regalos miserables que le hice, y de paso me atajo por si alguien le regala algo mejor.

2 comentarios:

  1. De todos modos tu regalo es lindo, y la aclaración de que trasciende más allá de lo materia, también lo es.

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  2. Gracias por tu comentario. Obviamente que comparto la apreciación, pero siempre es lindo sentirse reconocido. Abrazo!

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