Aquí
me pongo a cantar
Al compás de la
vigüela,
Que el hombre que lo
desvela
Una pena estrordinaria,
Como la ave solitaria
Con el cantar se
consuela.
Las cartas que no te
mando,
Y piropos que no te digo,
No son causa del olvido
Ni tampoco falta de amor.
Mi corazón lleno de ardor
Llora el tiempo perdido.
Dios quiera que el tiempo
alcance
Para escribirte y besarte,
Con gran ternura abrazarte
Y expresarte lo que
siento;
Te juro que no te miento,
Quiero mi amor entregarte.
De noche, cuando no estás,
Y no hago cosa alguna,
Te busco y miro la luna,
Te extraño y miro una
flor,
Las miro y digo: mi amor,
Que como vos no hay
ninguna.
El sol, el arco iris,
La lluvia, las estrellas,
La luna y la flor son
bellas,
Repito yo en mi cantar,
Pero no se las puede amar:
Mi amor no es ninguna de
ellas.
Por ser creación de Dios,
Son algo maravilloso,
Pero hay algo más hermoso
Y que me llena de alegría
Sabés bien su nombre:
María,
Mi regalo más precioso.
Y digo que es un regalo
Porque yo no lo merezco,
Al lado suyo parezco
Lo menos, un mamarracho,
Hasta un perdido borracho
Diría: es algo dantesco.
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